temporalmente inconexa


Lo que pienso hoy
29-08-08, 6:54 pm
Filed under: intento fallido

DWAYNE: You know what? Fuck beauty contests. Life is one fucking beauty contest after another. School, then college, then work… Fuck that. And fuck the Air Force Academy. If I want to fly, I’ll find a way to fly. You do what you love, and fuck the rest.



backstreet
11-08-08, 11:13 pm
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Corto de mi amiga Paup para Taller Documental



Arte Baldío
08-08-08, 11:47 pm
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Son las cuatro de la tarde, y a solo dos cuadras de la plaza Brasil está Lautaro sentado en el frontis de una casa abandonada. No pasa mucha gente por las calles, dos a tres personas a lo máximo, y el tránsito de autos tampoco es abundante. Cada cierto tiempo, aproximadamente cinco minutos, aparece un automóvil que opaca los ruidos de la plaza, el chirrido de los columpios moviéndose y los gritos de los niños jugando. Lautaro es un joven de un metro ochenta, de casi 70 kilos y con las mejillas hundidas. Lleva una polera blanca con el cuello cortado, unos pantalones grises y unas zapatillas de lona rotas, tanto en la suela como en los costados. Fuma dos cigarros, uno tras otro, aspirando temblorosamente cada 15 segundos. Dice que la culpa es de su carrera. Él es artista y como forma de inspiración, suele sentarse frente estos espacios vacíos a observar a la gente que aparece en ellos. Este joven vive en el barrio Brasil hace 14 años –tiene actualmente 23- y le fascinan esta especie de pequeños calabozos que se forman alrededor de su hogar. «Me encantan estos zoológicos vivientes en el barrio. Están abandonados, porque son demasiado costosos para que la gente los compre», explica. Frente a este joven, se encuentra un pequeño terreno que carece de edificación y dos casas de tres pisos. Una es de color azul y la otra de color amarillo crema. Ambas pinturas se ven corroídas por la humedad y el paso del tiempo. En la mitad, está el espacio baldío. Al frente tiene una reja de color café cobrizo, completamente oxidada. No parece ser estable ni difícil de saltar. Probablemente, esa es la razón por la que hay un hombre dentro de esta jaula en mitad de la ciudad. El hombre está acostado y casi no se distingue entre la maleza. Ésta mide alrededor de 80 centímetros, y es lo suficientemente frondosa como para cubrir sus piernas y torso. El joven lo observa y dibuja. Con un carboncillo traza una prisión con un indigente dentro de ella. Al parecer uno de los niños del parque se lastimó, ya que un fuerte llanto inunda el ambiente. El ruido despierta al hombre entre las rejas y se levanta. Es mayor, de alrededor 60 años, aunque se ve bastante avejentado por su apariencia. Usa un chaleco azul roto en las mangas y en la espalda. Sus pantalones y cara están cubiertos de tierra y pedazos de pasto. Las arrugas cubren su frente y mejillas, aunque parecen más por la mugre que forma nuevas líneas. El hombre se tambalea y camina hasta la pared. Se detiene y se apoya unos segundos. Un trazo y otro, el chico mira y dibuja cada movimiento. Aprovecha que el hombre se paró para plasmar sus rasgos, su ropa. No se detiene hasta que en una de las miradas apresuradas al frente, ambos hacen contacto visual. El hombre lo ve y se acerca hasta el enrejado con el ceño fruncido. «Qué me estai mirando, ¿ah? Andai pintaaaando. Vago no mah, pintor tenía que ser el flojo. Yo debería estar mirándote a ti poh, por vago. Ni que fuera animalito», replica el hombre. Lautaro se levanta y se va, dice que esto le sucede con frecuencia.



Como las pelotas
05-08-08, 12:28 am
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Soy una escritora de blogs como las pelotas (me contuve de escribir bloggera porque me da urticaria la palabra). A pesar de que se me ha ocurrido que escribir, decir, expresar, plasmar, no lo hago porque soy floja. Lo suficientemente vaga como para ponerme a ver sqp en vez de sentarme a escribir a pesar de que tengo tema o se me ocurren textos.

Hoy en la mañana andaba inspirada. Debe haber sido el café, que fueran las 8.00 de la mañana, que caminara con el frio en la cara o que hubiera vuelto a pasar por Portugal. Así es, el Transantiago no me la ganará. A pesar de cambiar mi nuevo recorrido favorito (el de las amarillas siempre será la 428) por la escuálida 504, no me iré por Lastarria. Ese barrio cada día me gusta menos, prefiero mil veces transitar por mi querida Portugal, esa calle que no le debe nada a nadie ni prentende cosas que no son. Aunque ok, las calles nunca han pretendido nada somos las personas las que hacemos eso.

Estaba escuchando Lost Cause cuando llegué al Danoi. Aquel lugar que no conocia a pesar de pasar todos los días por ahi, hasta que lo nombraron por mi celular para un almuerzo rápido y donde hace una semana cayó una persona limpiando unas ventanas. Ese lugar que me gusta tanto y que siempre miro cuando paso al frente, aunque sea con un tímido reojo. Me pregunté entonces que sería chocar con el suelo de una distancia considerable. Pensé en preguntarle a aquella señora que vi caer cuando me bajé de la micro y que no me atreví a ayudar porque ya habían otras 6 personas a su lado. Me asusté y me fui, sintiéndome como las pelotas.

Volvi la cabeza a otro tema, lo de la señora (mi cobardía y apuro por llegar a clases, ergo egoísmo) había cambiado el rumbo de mi día feliz así que decidí obviarlo y no gastarme en eso. Ya estaba llegando a la universidad y para variar no sabía mi sala e iba tarde, una constante en mi comportamiento. Tomé aire y segui caminado por comunicaciones, pasé a un par de novatos y me escondi mientras todos miraban al nuevo vistante del patio vacío. Bajé las escaleras y pensé: de aqui nada puede salir mal.

Y fue así, la señora no volvió a rondar mi cabeza ni menos el nerviosismo de ser como las pelotas en mi primer día de clases. Oratoria salió bien, después vi a Sheb y paseamos por dos Campus de nuestra universidad (él estudia Diseño en la PUC): Lo Contador y Campus Oriente.

¿Cómo es que la gente está en oriente sin sacar fotos todo el tiempo? Encuentro ese lugar maravilloso, una excepcional locación para fotos y no sé un entretenido lugar para pensar. Tuve a Sheb (supongo que no en absoluta molestia) caminando por cada rincón de ese edificio. Aproveché de mirar todo lo que no había mirado antes y sacar fotos a desconocidos. Pensaba cuando me gustaría estar en arte o en teatro y como aprovecharía mis recreos para sacar fotos a mis compañeros.

De la nada sonó mi celular. Era mi madre para avisar que mi perra estaba enferma y debía llevarla al veterinario. En ese momento se acabó la ilusión de estudiante de artes/fotografía/teatro y recordé mi realidad de periodista. Dije adiós a Sheb y me devolví a casa. Dos minutos en la 212 para esperar esa micro. Era como si el día empezara de nuevo, subiéndome a la 501 y descansando la cabeza en uno de los respaldos recordando que había hecho en el día.